Mejor Olvidar
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El que las cosas no vayan como esperamos, no significa que todo sea por accidente. Todos debemos aprender a ser pacientes y a no preocuparnos por el futuro, porque no podemos entender su razonamiento, sólo abrazar su naturaleza. Cuando él tocó su hombro, ella no podía creer lo que veían sus ojos.
Se le llegó a caer el libro por la sorpresa. El hombre se inclinó hacia ella y preguntó: "¿Susie Bennet?". Él sonrió al notar que ella parecía reconocerlo. "Soy yo, ¿recuerdas? Troy Cox, de la secundaria."
"No puedo creerlo." dijo ella y se agarró a su brazo para levantarse y abrazarlo. "¿Cómo podría olvidarlo? ¡Troy!". Una lágrima cayó desde sus pestañas cargadas de maquillaje.
"Guau, tranquila." dijo él sintiéndose un poco incómodo por su reacción. Pero sonrió, miró alrededor de la sala de embarque VIP del aeropuerto de Dallas y vio que estaban solos.
"Yo pensaba..." -ella hizo una pausa- "es decir, después de lo que pasó, todos pensábamos que tú...".
"No hablemos de lo que pasó, Susie." la interrumpió. "Ha sido un largo camino hasta recuperarme, pero ya puedo caminar otra vez, hablar otra vez... aunque mi memoria sigue teniendo lagunas de vez en cuando." dijo haciendo un gesto, pero sacudió la cabeza y cambió el tema. "Te vi desde el otro lado del pasillo, ¿también viajas a Nueva York?".
"Sí, vivo allá. Sólo vine a visitar a mi mamá.". Se encogió de hombros y, anticipándose a su pregunta, dijo: "Es la misma vieja de siempre."
"Ahh, sí, la sra. Bennet, ¿cómo podría olvidarla?" respondió él con una corta risa, recordando cuando la sra. Bennet le había gritado en el parque siendo niños porque había empujado a Susie contra un arbusto. "Es impresionante lo que uno puede recordar." dijo con una sonrisa, para luego fruncir el ceño y mirar sombríamente el suelo susurrando: "Y cuánto uno puede olvidar."
Ignorando su comentario, ella continuó: "¿Qué vas a hacer a Nueva York?". "Bueno," -dijo él saliendo de su aturdimiento- "soy un orador motivacional y tengo un seminario mañana. ¡Tienes que venir!". La ya gran sonrisa de Susie se amplió aún más y sus ojos brillaron. "Absolutamente, ¡es fantástico! ¡Estoy tan feliz por ti!" respondió con entusiasmo.
Troy miró el reloj de la sala. "Oye, nuestro vuelo es en un par de horas. En vez de quedarnos aquí matando el tiempo, ¿quieres ir a comer un bagel y tomar un café conmigo?". Ella inmediatamente recogió el libro, tomó su equipaje de mano y miró a Troy maravillada. "Damas primero." dijo él señalando hacia la puerta.
"¿Cuáles eran las posibilidades de encontrarnos, justo aquí y ahora?" pensó ella y lo miró diciéndose a sí misma: "¿De verdad no recuerda lo que pasó?"
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Quince años antes, el mundo era un lugar diferente. Los celulares y las redes sociales aún no se apoderaban del mundo e Internet estaba en pañales. Las ventosas colinas de Dallas y el brusco paso de primavera a verano hacían que todo se viera alegre y fresco mientras una joven Susie Bennet esperaba a su novio sentada en una banca del Parque Aston.
Sonreía mientras se echaba el pelo hacia atrás pensando en cuán enamorada estaba de Troy Cox, su compañero de ciencias. Pero también estaba esa sensación de temor por la beca de atletismo en San Diego que él se había ganado por ser un gran gimnasta. Ella sabía que él se iría, pero le había dicho por teléfono que tenía una sorpresa para ella. Esperando que ésta fuera que había decidido quedarse en Dallas para estar juntos, sintió mariposas en el estómago.
Comenzó a imaginarse a los dos estableciéndose en Aston y teniendo hijos, mientras ella trabajaba en alguna escuela pimerea. "Pero... ¿y él?" pensó. "¿Qué haría Troy en Aston? Él es un gran atleta y recibió una beca de la mejor facultad del país, lo que podría llevarlo a las Olimpiadas y a la fama mundial. Podría ganar una medalla de oro y ser el próximo modelo a seguir del país." siguió pensando. De pronto, el miedo a que él se fuera se convirtió en miedo a que él se quedara.
"Podría trabajar en la compañía de mi papá y convertirse en un renombrado vendedor o técnico. Eso también es una profesión honorable." se dijo tratando de calmar sus nervios. "Pero no es una medalla de oro olímpica." dijo en voz alta y se mordió con fuerza el labio.
Sacudió la cabeza trantando de borrar sus pensamientos y volver a sentirse entusiasmada. Después de respirar profundamente, sonrió otra vez, miró al horizonte y vio que Troy venía caminando hacia ella con una rosa en la mano.
No pudo esperar. Se levantó y corrió hacia él. Estaba tan enamorada que todo su cuerpo no era capaz de contener la felicidad que sentía tan sólo con verlo. Él sonrió también y estiró sus brazos para abrazarla. Ella saltó hacia él haciendo que la flor se cayera al piso.
El abrazo fue apretado y seguido por un beso que fue como una explosión de toda la energía de su joven, puro e inocente amor.
Llevaban tres años de noviazgo y habían pasado juntos por algunos períodos difíciles, especialmente después de la muerte de la mamá de Troy y la depresión de su padre. Fue ahí, mientras su mundo se derrumbaba, que él se refugió en el atletismo y Susie se convirtió en su norte.
Ella volvió a poner los pies en el suelo y lo miró con ojos centelleantes. Estaba radiante y hermosa. Troy la miró con sus grandes ojos verdes y dijo, sin poder parar de sonreír: "Hola amor, ¿recuerdas lo que estábamos conversando anoche?".
"¡Sí!" dijo ella emocionada, a pesar de que en ese exacto momento no podía recordar de qué estaba hablando.
"Tú sabes que yo realmente te amo, de verdad." dijo él suspirando y no pudo resistirse a besarla otra vez. Luego de su beso, ella abrió los ojos y murmuró: "Yo también te amo, tanto, tanto."
Troy puso una rodilla en el suelo para recoger la rosa y se la dio. Mientras ella aspiraba el suave aroma, él, sin levantarse, sacó un anillo de compromiso y se lo ofreció. "¿Me harías el honor de ser mi esposa?"
El corazón de Susie explotó y dejó de sentir el cuerpo. La electricidad de la alegría la paralizó y lágrimas de felicidad rodaron por sus mejillas.
Trataba de decir "sí" pero no podía hablar, su voz había desaparecido. Movió sus labios pero las palabras se perdieron en la emoción del momento y un segundo se sintió como una hora.
"No puedo.". Las palabras salieron de su boca silenciosamente.
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Se fueron al café Excelsior, que parecía haber sido recientemente renovado. Susie estaba encantada de ver nuevamente a su viejo amigo, pero tenía mucho cuidado de no mencionar lo que había sucedido. "¿Recuerdas algo de nuestra última conversación antes del accidente?" aventuró con una mirada nerviosa.
"Bueno, la verdad es que no recuerdo nada de ese día." comenzó a decir mientras fijaba la vista en nada y trataba de recordar. "Es sólo un espacio negro en mi memoria. He probado de todo, hasta hipnosis, pero parece ser que se borró completamente.".
"Supongo que es para mejor." añadió Susie sacudiendo la cabeza con lástima y tomando un sorbo de su té verde. "Nadie volvió a ser el mismo después de lo que te pasó."
"¿Ves aún a alguien del colegio?". "A veces." balbuceó ella inclinando la cabeza de un lado al otro. "Todos seguimos adelante, Troy. Después de lo que pasó, todos siguieron adelante.".
"Así es la vida, supongo." dijo él tomando un poco de café. "¿Y qué hay de ti, Susie? ¿Qué haces hoy en día?".
"No trates de cambiar el tema, siempre fuiste bueno para eso.". "Y tú siempre fuiste buena siendo esquiva, señorita Bennet."
"Es sra. Anderson ahora." respondió ella con una sonrisa cruel.
"Así que te casaste." continuó él y se rio entre dientes. "¿Quién es el afortunado?"
Susie bajó su taza y miró el líquido humeante empezando a sentirse nerviosa. "Nos estamos divorciando, las cosas no funcionaron.". "Lamento escuchar eso." dijo Troy con voz apenada para mostrar simpatía.
"No hay mucho que decir en realidad. Él era un gran tipo, es sólo que no era..." ella hizo una pausa y miró al apuesto hombre que tenía al frente y vio al Troy de cuando era más joven. No quería continuar y decirle, después de quince años sin verlo, que seguía siendo el amor de su vida.
Cada hombre con quien había estado desde su desaparición había sido nada en comparación con él. Y a pesar de que Susie creía que había logrado sobreponerse a Troy Cox, él siempre estaba en su mente y había vivido su vida arrepintiéndose de lo que había pasado.
"Olvídalo." dijo para terminar, se calmó y tomó otro sorbo de té.
"Bien..." dijo él rompiendo el silencio. Se echó hacia atrás y miró la silla que estaba al lado. "¿Vas a venir a mi charla de mañana? Te daré un pase especial."
Se sintió incómoda de pronto. La alegría de ver a su viejo amigo se había desvanecido y ahora estaba nerviosa. "Él dijo que no recuerda nada." pensó tratando de calmar su conciencia. "Absolutamente." repitió, un poco menos entusiasta, pero igual de ansiosa de verlo en un escenario frente a una multitud.
Los pensamientos pasaron y ella siguió disfrutando su compañía. Ambos rieron de los chistes del otro y compartieron recuerdos de su juventud. Troy parecía querer ponerse al día con todos los que habían dejado de Dallas y ahora vivían en otro lugar.
Los dos abordaron el avión y planearon encontrarse esa tarde en el Florencia, un restaurante italiano en la Pequeña Italia, que era el favorito de Susie.
Tuvieron una cena romántica y siguieron conversando sobre los viejos tiempos y sus aspiraciones para el futuro mientras compartían una deliciosa pizza tradicional. La química entre los dos siguió creciendo hasta que, después de varias horas y algunas copas de vino, llegaron a la suite del hotel Ritz donde él se estaba quedando.
Tras una noche de hacer el amor apasionadamente y reencender una vieja llama, se quedaron dormidos juntos, sobre las sábanas de seda, en la oscuridad.
En el piso veinticinco la vista de la ciudad era espectacular. La silueta de Nueva York parecía interminable y las altas torres como el Empire State se veían como árboles gigantes en la selva de cemento. Troy seguía durmiendo y Susie lo tapó con la sábana. Al hacerlo vio, bajo la tenue luz que entraba por la ventana, las cicatrices en su muslo y cadera. Las tocó y sintió una barra de metal bajo la piel. Se sentó en la cama, se llevó una mano a la cabeza y susurró: "Pobre chico.".
Se levantó a oscuras y dejó que la luz de la luna envolviera su cuerpo desnudo ya que no sentía el frío de esa noche otoñal. "Si sólo él supiera." pensó y apoyó sus manos y frente en la ventana. Sacudió la cabeza y una lágrima rodó por su mejilla y cayó sobre su pie izquierdo. "¡Quizás ésta es la forma en que Dios me... nos está dando una segunda oportunidad!" se dijo y lo creyó. Miró hacia atrás justo para ver la sombra de Troy acercándose para abrazarla. "Las cosas podrían haber sido tan diferentes.".
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Troy seguía con la rodilla en el suelo y no había escuchado a Susie. Seguía sonriendo y esperando la respuesta que quería escuchar. Repitió la pregunta. De pronto Susie hizo conciencia de lo que había dicho en voz baja. No podía entender por qué la palabra 'sí' no lograba salir de su boca a pesar de que su corazón la estaba gritando como el máximo deseo de su alma... pero algo la detenía. Se congeló y el tiempo se detuvo. La brisa veraniega dejó de soplar y el sol se quedó suspendido en lo alto sofocando con sus rayos el Parque Aston.
Su imaginación voló y los vio viviendo en una hermosa casa pequeña en los suburbios, con un gran jardín, niños corriendo y ellos tomados de la mano observando su mundo perfecto. Pero algo había cambiado. La imagen de Troy en su mente era diferente y, aunque era feliz, ella sabía que había tenido todo para ser grande y que se había conformado con esa vida en vez de consumar su potencial.
Él podía ser un gran atleta y, mirando ahora a su sonriente novio de rodillas, Susie supo que, si se casaban, Troy nunca sería el hombre que podía ser. Y ella lo amaba tanto que la felicidad de él era más importante que la suya propia.
El tiempo volvió a la normalidad y las aves congeladas en pleno vuelo volvieron a batir sus alas.
"No puedo." repitió en voz alta y se tragó con dificultad la pena que le causaban esas palabras.
Los ojos de Troy se oscurecieron, convirtiéndose en dos agujeros vacíos. Sus mejillas se pusieron rojas por la turbación.
Ella se puso de rodillas en el suelo. "No es lo que tú piensas." comenzó, pero él estaba atrapado en el shock y escuchaba su voz como si estuviera hablando bajo el agua. El bello día se oscureció de repente al esconderse el sol detrás de una nube y un viento frío les sacó el aire de los pulmones.
Troy se levantó y se echó hacia atrás a la defensiva sin escuchar la explicación de Susie. Ella tampoco lograba decir nada coherente y sólo repetía una y otra vez: "Estás aquí para cosas más grandes, ¡serás alguien importante!". Él sintió como si tuviera alas en los pies; cerró la caja del anillo y se deslizó a través del parque alejándose del doloroso rechazo.
Volando hacia su auto pensó en su madre y en cómo había muerto; y en su padre, que era sólo la cáscara de un hombre; y en cómo todos en su vida lo habían decepcionado o hecho sentir que no valía nada. La única persona que no había sido así era Susie, que estuvo a su lado y fue el amor de su vida. Pero ahora ella había pasado a formar parte de su larga lista de fracasos y desilusiones.
Cuando entró al auto, supo que estaba llorando porque su visión era borrosa, pero no podía sentir las lágrimas en su cara porque la tenía adormecida. De hecho, todo su cuerpo lo estaba y vio sus manos temblar al sujetar con fuerza el volante. Le dio un puñetazo a la bocina, rompió el bolsillo al sacar las llaves y, luego de dar un grito desgarrador, se puso en marcha.
Susie no trató de detenerlo. La imagen de su rostro pasando del amor incondicional a la furia incontrolable la había sorprendido y apenado. "¿Por qué no pude simplemente decir que sí?" se preguntó a sí misma y, poniendo la cabeza entre las manos, se hundió en el suelo y se echó a llorar.
Nubes de lluvia salieron de la nada y cubrieron el cielo. Troy manejaba cada vez más rápido mientras llovía con fuerza. "¡Odio mi vida!" gritó agarrando con más fuerza el volante. De pronto, el cinturón de seguridad se tensó y todos sus músculos se agarrotaron.
Algo había pasado.
El auto, al que él llamaba "su orgullo", lo había decepcionado también: perdió la tracción, derrapó y se lanzó con toda la furia de su ocupante contra un poste de luz.
En los segundos interminables que duró el impacto, el parabrisas se destrozó lanzando una descarga de vidrios rotos y gotas de lluvia al rostro de Troy. El cinturón de seguridad se incrustó en su pecho y, mientras el auto se volcaba, la bolsa de aire golpeó sus ojos cerrados y llenos de sangre.
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Finalmente, tras permanecer en el aire lo que pareció una eternidad, se estrelló de costado en el pavimento, destrozado bajo la incesante lluvia.
Atrapado y casi inconsciente, Troy podía sentir el bombeo de su corazón en cada rincón de su cuerpo excepto en sus piernas. No veía nada por el ojo izquierdo y, por el derecho, flashes de luz rojos y azules envolvían toda su visión. No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente. Se dio cuenta de que no escuchaba nada más que sus propios latidos y un zumbido que gradualmente se convirtió en un repiqueteo, cada vez más fuerte, que lo obligó a agarrarse la cabeza con las manos.
"¿Pue..." -un sonido vino desde las luces cuando logró concentrarse- "...arme?" Logró enfocar una sombra y le pareció ver a un oficial de tránsito. "¿Puede escucharme?" repitió éste. Trató de sacudir la cabeza empapada de sangre y de hablar, pero el oficial le dijo: "No se mueva, ha sufrido un accidente."
Esas fueron las últimas palabras que escuchó antes de que su cerebro colapsara y su choqueado cuerpo se apagara. Su mente se perdió en un coma profundo, después del cual, nunca volvería a ser el mismo.
Sin que Susie lo supiera, Troy fue llevado al hospital. Tras unos días, cuando su condición empeoró, fue enviado a una clínica especial muy lejos de la ciudad y su padre pidió que nadie fuera a visitarlo.
Y nadie lo hizo. Ni siquiera Susie, cuyo sentimiento de culpa la consumiría en los años por venir.
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La luz de la mañana atravesó la ventana y llegó hasta la cama de hotel. Susie se despertó para ver que Troy ya estaba levantado y firmaba un recibo del servicio a la habitación.
"Gracias amigo." dijo él, le dio una propina al joven y cerró la puerta. Iba vestido con shorts y polera y venía llegando del gimnasio. Vio a Susie despierta y sus ojos se iluminaron. Se acercó a ella y la besó. "Buenos días."
"Hola." dijo ella estirándose y después sonrió. "¿Qué hora es?".
"Son las siete y cuarto." respondió él y se sacó la polera para irse a la ducha, pero ella lo tomó de las caderas y lo besó apasionadamente.
Hicieron el amor otra vez y fue mágico, ya que los dos estaban locamente enamorados el uno del otro. Troy sentía una profunda atracción por ella que jamás había sentido por nadie y Susie no podía controlar sus sentimientos hacia él. Su sentimiento de culpa le jugaba malas pasadas a su mente en ocasiones pero, en los momentos de lujuria y pasión, se olvidaba de todo.
Después de ducharse, se sentaron en una pequeña mesa a desayunar, ambos en bata y felices. "No puedo creer lo feliz que me siento contigo." dijo Troy después de terminar su jugo de naranja. "Es una lástima que, en todos estos años, nunca nos hayamos encontrado."
Susie tragó su comida y dijo: "Yo quería pero...". Vio su expresión, con la cabeza ladeada, como un gato curioso, esperando lo que ella fuera a decir mientras seguía masticando su comida. "Tu papá..." -continuó ella, mirando el plato- "no permitió que nadie fuera a verte. Y, cuando te trasladaron al otro hospital, vendió la casa y ninguno de nosotros supo a dónde se habían ido."
Él inclinó la cabeza y sintió un nudo en la garganta. "Mi papá sacrificó mucho por mí. Lo vendió todo y trabajó en cinco empleos para mantenerme estable. Él cambió tanto... Incluso cuando los doctores le dijeron que yo estaría mejor muerto, siguió creyendo en mí. Y me recuperé. Qué hombre..." Troy se secó una lágrima y Susie se levantó para confortarlo. Lo envolvió con sus brazos por la espalda y lo abrazó.
"Tengo que decirte algo, Susie."
De pie detrás de él, con los brazos sobre su pecho, sus ojos se dilataron y temió que él supiera la verdad. "¿Qué cosa?" preguntó totalmente preocupada y volvió a sentarse en su silla.
"Mi padre vendió todo, excepto una cosa." respiró profundamente, aclaró su garganta y volvió a sonreír. "Un anillo de compromiso. Lo llevaba el día del accidente y los doctores se lo entregaron a mi papá. Creo... creo que ese día iba en camino a juntarme contigo para pedirte que te casaras conmigo.".
Susie vio la sinceridad de sus ojos y entendió que él realmente no recordaba lo que había pasado. Estaba lista para contarle la verdad pero, antes que pudiera abrir la boca, él continuó. "Pasé incontables horas de terapia tratando de recordar mi pasado pero, por alguna razón, ese día simplemente no quiso volver a mí. Al final, llegué a la conclusión de que lo que pasó, ya pasó y no puedes cambiar el pasado.".
Ella asintió. "Tiene razón." -pensó- "Decirle qué ocurrió sólo volvería a romperle el corazón.".
"Es verdad." dijo Susie en voz alta. "Cómo quisiera que las cosas hubieran sido diferentes ese día.". "Yo también." respondió Troy mirando hacia el espacio, tratando intensamente de recuperar su memoria. Pero sacudió la cabeza y se rio. "¿Cómo estuvo tu desayuno?".
Ella sonrió y echó la cabeza hacia atrás. "¡Delicioso!"
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"¿Qué vas a hacer?". Las palabras de Troy sorprendieron a Susie y la sacaron de su trance. Por casi una hora él había estado en el escenario presentando la experiencia que había cambiado su vida e inspirando a cientos de jóvenes profesionales a apreciar sus vidas y a no buscar excusas para sus limitaciones.
"¿Qué debería hacer?" se encontró diciéndose a sí misma. Las palabras hacían eco en su mente. Estaba tan orgullosa de Troy, de cómo se había recuperado de su dura experiencia, de su tragedia, y de cómo había vuelto a vivir una vida tan normal como cualquiera.
Él contó que había subido el Everest, corrido triatlones y completado un Iron Man. Era increíble cuánto había hecho pero, en el fondo, Susie sabía que él podía hacer cualquier cosa. Recordó cómo se había sentido aquel día y cómo ella lo habría retenido si le hubiera dado el 'sí' tal como quería. Cuán distintas podrían haber sido las cosas... para mejor o peor, nadie podía saberlo.
Las palabras de Troy se desvanecieron y se quedó mirándolo mientras la voz de su conciencia llenaba su mente. "Todo lo que sabemos es que existe algo más allá de nuestro control o entendimiento que nos guía contra nuestra voluntad y que fluimos según las decisiones de una presencia sabia y omnipotente. Llámese Dios, destino o coincidencia, hay algo que tiene un plan para todos y cada uno de nosotros. Sólo debemos tener fe en que todo pasa por una razón."
Ella sonrió y Troy, al verla, le hizo un guiño. Sintió las mismas mariposas en el estómago y el mismo amor de tantos años atrás. El destino había vuelto a juntarlos, pero los eventos de ese día permanecerían en secreto.
Sólo ella sabía por qué él había manejado hecho una furia, pero ni ella sabía porqué había dicho lo que dijo.
Lo miró pensando en cuánto había cambiado y crecido, y en cuánto amor sentía ahora por su padre. "Es un lástima, ¿por qué tiene alguien que sufrir tanto para apreciar la vida que todos damos por asegurada?".
Troy dijo un chiste y el público se rió. "No, no, no, hablo en serio. Todos debemos enfrentar la adversidad para poder apreciar la recompensa. Por mi parte, debo admitir que, por pura coincidencia, me encontré con una vieja amiga y hemos reavivado una antigua llama. Estoy demasiado feliz y por fin me siento completo. Fue una reunión milagrosa.".
Miró a Susie, quien se había sonrojado, y algunas personas cercanas la miraron para saber de quién se estaba hablando.
"Nunca supe cuánto amaba a esta mujer hasta que la vi de nuevo. Ella me recuerda a mí mismo en otro tiempo y, sin embargo, me siento un hombre nuevo. Es un sentimiento extraño y sólo puedo esperar que sea amor."
Él sonrió y ella lo contempló con adoración porque sentía lo mismo. A pesar de que la sombra del pasado pesaba sobre ella, la luz del futuro brillaba en su rostro.
"¡Ven acá!" dijo Troy tendiendo su mano hacia ella. Sin sentirse avergonzada, se levantó. Entonces él se volvió hacia el público diciendo: "Tengo el agrado de presentarles a Susie Anderson.".
Hubo un rugido de aplausos mientras caminaba al escenario y un guardia la ayudaba a subir. Totalmente sonrojada pensaba en que era una suerte que hubiera alcanzado a ir al departamento a cambiarse de ropa y se hubiera puesto algo más formal que el coqueto vestido de la noche anterior.
"Yo sé que todos ustedes deben estar pensando que estoy loco. Es decir, no había visto a esta chica en quince años, la veo un día y al siguiente estoy gritando lo feliz y maravillosamente que me siento." -hubo otra ola de clamores y risas de la audiencia- "Hola Susie." le dijo sosteniendo su mano.
Cubrió el micrófono con su mano libre y le preguntó: "¿Estás bien? Espero no estarte avergonzando.". "Sólo un montón." respondió ella con una risita infantil. Echó su pelo hacia atrás y lo miró. "Pero no me importa."
Él la atrajo hacia sí y la besó. El público silbó y vitoreó. La energía de su amor irradiaba desde el escenario y, al separarse, se miraron como dos adolescente enamorados.
De pronto, el escenario, la audiencia, la luces, todo desapareció y volvieron a estar en el Parque Aston como aquel fatídico día.
Troy veía a la joven Susie, cuyo amor era tan puro y su belleza tan intensa, que se encontró llevando una rodilla al suelo, recreando la misma escena de hace quince años. Susie también lo veía como si fuera ese día y sintió un escalofrío de miedo, porque temió volver a responder de la misma manera. Pero algo era diferente... ella se sentía diferente.
"¿Me harías el honor de ser mi esposa?".
Su corazón volvió a explotar y dejó de sentir el cuerpo. Era lo mismo que le había pasado ese día y no podía creer que estuviera ocurriendo de nuevo. Una nueva descarga de electricidad la inundó y paralizó y lágrimas de felicidad rodaron por sus mejillas. Movió sus labios pero, al hacerlo, el tiempo se congeló una vez más y vio algo en los ojos de Troy.
Habían perdido su brillo. Los entrecerró muy brevemente y una increíble sensación de déjà vu cubrió su rostro.
Había recordado. Todo volvió a él en una fracción de segundo. La pieza perdida del puzle, que había buscado por tantos años, finalmente estaba en su lugar. Miró hacia abajo afligido y una brisa imaginaria cayó sobre él.
Susie vio en sus ojos que había recodado y, en un momento, todo su miedo a sus propias palabras y a la reacción de él volvió a ella. La mano que Troy sostenía sudaba y se volvió resbaladiza, pero él la sujetaba con firmeza.
El pánico a que él se enojara y la rechazara se mezcló con el antiguo miedo a que él renunciara a sus sueños, convirtiéndose en un buen marido en un mundo mediocre, sin explotar todo su potencial. Lo amaba tanto, que temió nunca lograr ser la mujer que él merecía.
"No esta vez." -escuchó una voz en su mente- "¡Al diablo con los miedos e inseguridades!". Su fe en una nueva oportunidad expulsó todos sus miedos y el sol brilló en el parque. Su amor iba a sobreponerse y a conquistarlo todo.
El momento se sintió como una vida entera hasta que él volvió a mirar hacia arriba. Posó sus ojos en los de ella, sonrió y sus labios se movieron en silencio diciendo "Te amo." Sacó de su bolsillo el mismo anillo de compromiso y se lo ofreció.
Ella se mordió el labio... pero ahora los movió diciendo fuerte y claro "¡SÍ!" una y otra vez.
La imagen del Parque Aston desapareció de sus mentes. El escenario en el que estaban volvió y el público aclamaba cuando Troy se levantó y la besó ardientemente. Tomó su mano y le puso el anillo que calzó perfecto en su dedo. La multitud aplaudía y ellos se abrazaron.
Susie lloraba al borde de la histeria por el gran peso que se había sacado de los hombros. Se sentía libre, libre de remordimiento y, más importante aún, libre de miedo. "Te amo." dijo con la cabeza recostada en su pecho mientras él la sostenía en sus brazos.
Él entonces la alejó un poco y, cubriendo el micrófono, dijo: "He recordado, Susie."
"Lo sé." respondió ella. Pero ya no estaba preocupada por lo que él pudiera decir. Estaba feliz de que él hubiera podido finalmente completar una pieza importante de su memoria, que estaba perdida desde el día en que el miedo había ganado. "Te amo y siempre lo haré." dijo él y sus palabras hicieron eco en toda la sala.
Finalmente el amor ganó y el momento fue mágico.
Los dos miraron a la audiencia, tan sobrepasados de alegría que se esparcía por todo el salón. Y todos los que los miraban se sentían alegres y plenos de felicidad.
Tras los aplausos, Troy invitó a Susie a volver a sentarse. "Gracias a todos." -continuó mientras se secaba una lágrima- "Debo decirles algo, a todos ustedes." y se rio entre dientes.
"¡En este momento me he sentido más realizado de lo que es posible imaginar! No sólo he revivido el amor de mi vida, sino que también recuperé un recuerdo que podría haberme destruido pero logré no olvidar qué es lo que me hace fuerte y me permite luchar por lo que vale la pena." miró a Susie, que brillaba entre el público y no podía parar de sonreír.
"Toda mi vida me había preguntado ¿por qué? ¿Por qué pasan las cosas? Hasta que aprendí que pasan porque tienen que pasar. Tienes que tener fe de que todo pasa por una razón, para bien o para mal, y que no debes temer al futuro. Sucumbir a las dudas y preocupaciones sólo hará que te enojes y deprimas. Acepta el fracaso y deja que él te enseñe como puede convertirte en una mejor persona.
Todo pasa por una razón, no hay accidentes. Todos somos parte del vals de la vida y el que hayamos errado un paso no significa que debamos dejar de bailar.
Gracias a todos por su tiempo esta tarde y espero que tengan un hermoso día."
Luego de que el público aplaudiera hasta quedar con las manos en carne viva, Troy dejó el escenario y Susie se quedó sentada mirando el brillante anillo de compromiso que por fin podía usar, después de tantos años de remordimiento.
Fin